Recuerdo la cara de sorpresa cuando un responsable de la Policía me mostraba orgulloso el número creciente de denuncias y actuaciones en comparación al año anterior y yo le dije que, a mi modo de entender, la eficacia policial debería calibrarse con un objetivo totalmente en contra, y acercarse cada vez más al cero pues la labor policial no debería ser coercitiva, sino preventiva.
¿De qué le vale detener a quien comete un delito de sangre,
por ejemplo, al que lo ha sufrido directa o indirectamente, sino es por una
cuestión de “satisfacción personal” y/o de justicia?
¿No sería más “justo” y productivo haber actuado para evitar
la comisión de ese delito?
¿No es más deseable un bien control policial en zonas específicas
y con potencial negativo, que un accidente por conducir en estado etílico o
bajo efecto de las drogas?
Claro que entiendo que una actuación policial mediática se produce,
por ejemplo, con una gran detención, y que una acción preventiva es mucho más difícil
de explicar y visualizar, pero creo que ahí reside la grandeza de la labor
policial; en la prevención.
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