Uno de los elementos más eficaces para que la policía
alcance sus objetivos con la mayor eficacia posible es mantener un gran nivel
de empatía con la población, pues solo así se consigue la necesaria e
indispensable complicidad y connivencia.
Por eso, cuando asumí la responsabilidad de la seguridad de
la ciudad, hace ya unos años, manifesté
que mi primer objetivo era recuperar aquella empatía que se había perdido entre
agentes y ciudadanos, y para ello iba a dar la vuelta a la Policía Local, como
si de un “calcetín se tratara”
Me atreví a marcarme ese reto porque sabía de la
profesionalidad de la plantilla, sobradamente demostrada, creando nuevos
servicios más próximos a las inquietudes de los vecinos, nuevas incorporaciones
y algunos cambios organizativos, haciendo visible que la policía está al
servicio del ciudadano y no el ciudadano al servicio de la policía.
Lamentablemente, hace un tiempo que la policía vuelve a ser
mirada con cierto recelo (solo hace falta observar las redes sociales), a pesar
de que sigo afirmando que la profesionalidad de la mayoría de agentes, mandos y
jefes es indiscutible.
A manera de reflexión y acudiendo al trabajo de publicación que
estoy haciendo, recopilando situaciones vividas durante mis 8 años como Regidor
del Ayuntamiento de Sant Feliu de Guíxols, me atrevo a pedir que no se ceje en
el empeño de hacer esfuerzos para valorar y recuperar esa necesaria empatía a
la que hago referencia como valor intrínseco, que no añadido, eliminando
actitudes personales que desvirtúan la gran calidad de la Policía Local de Sant
Feliu.
Los profesionales de la Policía y lo ciudadanos nos lo
merecemos.
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