Decía un tripulante de la estación espacial que para pasar
un largo confinamiento es importante mantener rutinas, y de confinamientos seguro
que este astronauta sabe un montón.
Yo intento mantener mis rutinas, aunque para no caer en el
tedio, debo buscar la manera de seguir alimentando cierta capacidad de sorpresa
en todas aquellas acciones que hago diariamente de manera consciente y
premeditada; acciones con alguna relevancia para mí, aunque tontería para
otros.
Todavía legañoso me subo a mi bicicleta, y ante la
televisión para vencer el aburrimiento, me propongo cada día añadir algún
minuto más a pedaleo inmóvil, sorprendiéndome yo mismo de conseguir ganar
tiempo al tiempo.
Me propuse estrenar diariamente unos calcetines chillones y estrafalarios
mientras durase el confinamiento. Ni yo mismo sé cuál vestiré diariamente, es
una sorpresa; de hecho, los cojo a oscuras de donde tengo almacenada mi extensa
colección. Espero que este confinamiento me permita cumplir mi rutina para
conseguir el objetivo.
Bajo a comprar el diario en formato papel, en el
establecimiento Empordanet que tengo en el portal de casa. Hoy, viernes de Semana
Santa no hay prensa escrita y el establecimiento no ha abierto sus puertas, y echo
en falta la rutina de la compra del periódico, así como del breve cambio de
impresiones de pocos minutos, con máscara y guantes, que cada día mantengo con
la amiga Gema, con la sorpresa que siempre te puede deparar una buena conversación
desde una natural complicidad.
Y comprar, cuando toca, el pan en CalaNati, compartiendo con
la amiga Pili y el amigo Joan, siempre con una sonrisa en los labios, alguna opinión
o confidencia sorpresiva que sólo es realizar entre amigos o familia.
Y las 20 horas, la cita ineludible en “Er Bar Cón de CalaGloria,
donde Gloria y yo compartimos los minutos de reconocimiento dedicados a los
profesionales de la sanidad y a todos aquellos que están en primera línea
contra el coronavirus, sorprendiéndonos cada día por la mayor o menor cantidad
de ciudadanos que a esa hora “se quitan el pijama” para compartir aplausos.
Son simples rutinas que me hacen llevar con suavidad este confinamiento.
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