De hecho, como dice la noticia del Diari de Girona y reconocen las autoridades, hay
verdaderos homicidas que llevan utilizando la nocturnidad y alevosía para
desplazarse, durante toda la semana, a sus segundas residencias, burlando la
vigilancia policial.
La verdad es que no entiendo que estos irresponsables cometan
y sigan cometiendo ese grave delito con total impunidad, pues no podemos obviar
que para evitar la propagación del virus y frenar el incremento de fallecidos, la
Administración tiene la obligación de poner todos los medios a su alcance para
que haya la menos porosidad posible en la movilidad de los ciudadanos.
Si la medidas prevención no funciona y los cuerpos de
seguridad no han sido capaces de evitar la tentativa de desplazamiento, se
deben aplicar todas las medidas coercitivas posibles pues, quien actúa sin
atender a las normas establecidas, es simplemente un delincuente, un asesino en
potencia, y como tal debe ser tratado, y sobre él debe caer todo el peso de la
Ley.
Y es igual que sea “cazado” antes de iniciar su
desplazamiento en los límites de su ciudad de origen, o ya en su lugar de
destino, pues el homicidio es el mismo, tanto sea en caso de tentativa como ya
consumado.
No hay excusas, y soy consciente de que la policía lo hace
con los exiguos medios de que en muchos casos dispone, o con la ambigüedad de
las órdenes políticas que se dan, pero no hay excusas y la policía debe actuar
con total contundencia, de oficio o bajo la denuncia ciudadana, haciendo públicas
las actuaciones para frenar a esos malos ciudadanos merecedores de estar “entre
rejas”.
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