Pero el artículo de La Vanguardia muestra la imagen más dura
del independentismo, demostrando que aquella llamada a la paciencia y al
diálogo que defendía Junqueras, no era más que un disfraz de falso buenismo
para venderse como la pieza clave e imprescindible para finalizar con aquello
que denominan “conflicto” catalán, y que ellos mismos han creado.
Odio y sectarismo es lo que proyecta ese artículo que,
utilizando la mentira de la insinuación rastrera, pretende clasificar de crueldad
las actuaciones del Estado ante la crisis del coronavirus, y así poder cambiar
aquel “España nos roba” con el que han sobrevivido indecentemente, con el aún
más indecente “España nos mata”.
Pero por mucho empeño y esfuerzo que dediquen, no lograrán desviar
la atención sobre una realidad indiscutible: que la gestión sobre sanidad y
geriátricos en Catalunya es competencia y responsabilidad de la Generalitat; que
la acción política sobre ambas ha sido pésima, como así se ha demostrado en esta
crisis del coronavirus, y como tácita y explícitamente ha reconocido el MHP
Torra; y que ambas áreas están en manos de ERC, partido del que Junqueras es
presidente.
Utilizar el tiempo del coronavirus y los estragos que está
provocando para auto-enaltecerse, sí que es realmente cruel e indigno, y
debería servir para que el independentismo se reinventase.
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