
Posiblemente, muchos de ellos, son vecinos que tienen alguna
propiedad o alquiler en la costa valenciana y que, como es habitual, se desplazan
hacia ella el fin de semana.
O posiblemente “aprovechan” y huyen de la situación de crisis
sanitaria, entendiendo que lo mismo da pasar la cuarentena en Madrid que en
Denia, obviando que no estamos ante una cuarentena si no ante un confinamiento,
que es sustancialmente diferente.
Pero es que no podemos olvidar que somos humanos, con nuestros
miedos y nuestras derias, y en estos momentos, a pesar de que las cifras son preocupantes
y de que las expectativas no son halagüeñas, sino todo lo contrario, poca
población ha sufrido de manera personal los efectos del coronavirus, y eso nos impide
ver el problema en toda su extensión.
Más aún, hasta ayer, salvo consejos de prevención y siendo
el más importante lavarse las manos y cómo estornudar, la vida transcurría con
total normalidad.
Se nos dice que a partir de mañana se nos coartará la movilidad,
que los niños no podrán ir al colegio, que deberemos permanecer aislados en un
piso de 80 metros cuadrados en plena ciudad, que no podremos ir al parque, ni a
espectáculos ni cines temiendo, injustificadamente, que haya escasez de suministros
básicos.
Pues si “es a partir de mañana” es del todo lógico que quien
tenga la posibilidad no forzada, hoy utilice sus medios y piense, consciente o
inconscientemente, que será más llevadera la situación en el pueblo de la costa,
en una segunda residencia, donde los niños disfrutarán de más libertad y donde
los suministros están garantizados pues el señor Vicente, el de la tienda de la
esquina, siempre tiene de todo.
¿Es una actitud irresponsable?, sí, pero también está dentro
de la normalidad, pues insisto, hasta ayer, para la gran mayoría de ciudadanos,
la vida transcurría con total o casi total normalidad.
Parece que los ciudadanos seamos los culpables de esta
pandemia y, en vez de haber buscado soluciones sanitarias y políticas preventivas
basadas en experiencias de otros países, ahora debamos ser “castigados” por no
estar concienciados de la gravedad, cuando la realidad es que los esfuerzos de
concienciación para que los ciudadanos actuemos con responsabilidad han sido
totalmente ineficaces.
La experiencia dicta que la prevención se basa en la
concienciación de los actores, y esta no se consigue con un decreto de hoy para
hoy, del mismo modo que la efectividad de cualquier medida preventiva no
funcionará si esas medidas son aplicadas coercitivamente.
De todos modos, si los técnicos y políticos entienden que la
vía del “palo” y de la sanción es la única garantista, ¡pues aplíquese ya!, y huyamos
de moratorias que lo único que harán será empeorar la situación.
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