
Y además lo hacen amparándose en una supuesta legitimidad
social sustentada por una mínimamente mayoritaria representación política,
obviando que esa iniciativa que hoy nace imitando el slogan de una compañía de
seguros, “Tsunami Democràtic”, tiene como objetivo la desobediencia civil.
Me pregunto, ¿cómo van a obligar a los millones de catalanes
a desobedecer una norma de obligado cumplimiento?, pues entiendo que, si se
sienten legitimados para hablar en representación de 7 millones y medio de ciudadanos,
sólo un seguimiento muy mayoritario de “desobedientes” les permitiría sacar
pecho y demostrar sus razones.
Porque lo que es seguro que, si quieren mi “seguidismo
desobediente” al igual que el de muchos catalanes, sólo les quedará el recurso
de la obligación y la imposición, lo que sí sería vulnerar derechos fundamentales.
Supongo que el primer paso que darán los probostes adheridos
a ese Tsunami será renunciar a las responsabilidades políticas que tienen, que
no ejercen y que no ejercerán, pues no sería coherente que siguieran
percibiendo retribuciones de aquellos a los que piensan desobedecer.
¡Pero claro!, eso es mucho suponer, y seguro que el tsunami
no afectará a los miles y miles de euros que estos personajes reciben periódicamente,
y serán esos catalanes y catalanas de buena fe los que sufrirán las consecuencias
de verse embarcados en una travesía sin sentido, con “capitanes araña” que se
quedarán en tierra.
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