Si no fuese por mi compromiso de hace más de 35 años con el
sindicalismo de clase, a la vista del manifiesto unitario de UGT y CCOO del 11
de setiembre, Diada Nacional de Catalunya, afirmaría que sigo siendo afiliado a
la Unión General de Trabajadores por esa “inercia” de más de 7 lustros de
militancia activa, y porque para mí la UGT ha sido, y debería seguir siendo, la
manera más efectiva de defender los derechos de los trabajadores y trabajadoras.
Y repito que, leyendo ese manifiesto, lo más coherente sería
renegar de esta organización sindical que ha sido protagonista de los mayores
logros laborales conseguidos en nuestro país por el conjunto de trabajadores y
trabajadoras, desde la unidad de ese sindicalismo de clase que hoy, como valor,
ese manifiesto dilapida.
Pero sí reniego públicamente de estos dirigentes que, asumiendo
la voz del conjunto de la UGT que no les corresponde, posicionan a la
organización políticamente sin respetar esa pluralidad de la que los ugetistas de
verdad siempre hemos hecho gala.
Yo no quiero empequeñecer la UGT como pretende el manifiesto,
limitándola a un territorio determinado.
Yo quiero una UGT amplia donde los trabajadores y
trabajadoras gocen de los mismos derechos, sin importar donde vivan o donde
trabajen en todo el territorio nacional y por eso, como ugetista, exijo que se
respete el principio de solidaridad en una España más justa y más igualitaria, con
Catalunya a la cabeza ¿por qué no?, pero sin abogar por el nacionalismo o la
ruptura que, aprovechando la Diada Nacional de Catalunya, esos dirigentes
demuestran estar posicionados.
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