Pues a mi modesto entender, la postura más coherente y
respetuosa con las víctimas fue la de los políticos que se “dignaron” a no
asistir a los actos del aniversario del atentado terrorista del 17-A en
Barcelona, donde 16 fueron asesinadas a sangre fría.
Porque ayer sobraban los políticos en fase de capitalización
fotográfica, aunque “presumieran humildemente” de colocarse en segundo plano,
pues ayer no debía haber plano alguno.
Porque ayer, en los actos en torno a ese aniversario, solo
debía existir un sentimiento unánime de rechazo a la violencia, promueva quien
la promueva y la ejecute quien la ejecute, exigiendo que no se repitan acciones
como las que provocaron aquellos 16 muertos y decenas de heridos.
Porque ayer no era un día de homenaje, en todo caso debía
ser un día para que los familiares de aquellos 16 asesinados hace dos años, así
como el resto de víctimas, se vieran arropados en el recuerdo a sus seres queridos,
como muchos ciudadanos anónimos hemos hecho con otros familiares y afectados de
múltiples atentados terroristas que han dejado miles de víctimas inocentes.
Y porque ayer no era el día donde uno presumiese de uniformidad,
sea de medallas o de traje y corbata, para demostrar que había cumplido con su
deber, pues en todo caso si alguien merece el reconocimiento es aquel ciudadano
que, de manera solidaria y sin estar obligado por su desempeño profesional, se
puso a colaborar en aquella caótica y lamentable situación.
Pero lo que clama al cielo es que esos políticos manifiesten
que huían del protagonismo, y en cambio una de las fotografías que acaparan la
atención mediática es la de esos personajes, aparentando “naturalidad”, pero ataviados con
sus mejores galas de manera forzada a tenor de temperatura y época, avanzando
al unísono con una flor en la mano, al igual que aquellos que metros más arriba
depositaban también flores en otro acto paralelo.
Y claro, sólo faltaban los eslóganes insinuando conspiraciones
alimentadas por intereses políticos y las manifestaciones irrespetuosas de los CDR en ese mismo sentido, sin olvidar las “caralladas” (muchas de ellas
vomitivas) que en las redes sociales se vertían -es de suponer siguiendo “órdenes”
de sus líderes políticos- poniendo en duda la profesionalidad y compromiso de
los cuerpos de seguridad y ensalzando, sin venir a cuento, a los políticos que
están siendo juzgados por el Tribunal Supremo.
De indecencia vomitiva sólo puedo calificar la actitud de
esos personajes que intentan comerciar y aprovecharse del dolor ajeno,
olvidando que ayer en Barcelona las personas de bien solo deberían querer
manifestar el rechazo a la violencia y, de manera profunda y sincera, la solidaridad con los familiares con las víctimas y sus familiares.
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