Hoy se han mostrado tal y como hace ya un tiempo están
demostrando que son, unos incompetentes que se están abusando de la buena fe y
santa paciencia de la ciudadanía.
Y no sólo unos cuantos de los 350 personajes que tienen,
pero que no ejercen, el título de diputado en el Congreso.
¡Todos y cada uno de los 350 que llevan meses y meses sin pegar
palo al agua, y que ya ni se molestan en disimular!
Sí, todos, tanto los que salen en primera plana y que
acaparan el protagonismo mediático, que son pocos, como los que únicamente aparecen
para aplaudir con cierta euforia las intervenciones de sus respectivos líderes,
aunque no lo merezcan.
Hoy tocaba rubricar la indecencia de seguir manteniendo a más
de 46 millones de ciudadanos en el desgobierno, culpabilizando implícitamente a
estos ciudadanos de la situación, amparándose en interpretaciones torticeras
que solo responden a sus intereses.
Los ciudadanos no hemos votado para que se dediquen a hacer o
impedir pactos y acuerdos, pues cada uno de los ciudadanos y ciudadanas que
hemos depositado nuestro voto en las urnas lo hemos hecho apostado por la
opción que mejor creemos responderá a nuestras inquietudes y defenderá nuestros
intereses, tanto desde posiciones de gobierno como desde la oposición, que
también es una pieza importante de la gobernanza.
Gobernar es lo que deberían hacer, y no dedicar el tiempo a
decidir con quien quisieran o no gobernar, dilatando el ejercicio de responsabilidad
por el que les pagamos religiosamente.
Y ahora llega el momento de cargar las tintas, provocando que
los ciudadanos pongamos de manifiesto nuestras diferencias, contestando la
inevitable pregunta, pretendiendo que nos posicionemos y así esconder su
indecente y exclusiva incompetencia: ¿De quién es la culpa?
Yo lo tengo claro, los únicos culpables son los 350 diputados
y diputadas que, con independencia de estar en posiciones de derechas o
izquierdas, o pertenecer a unas u otras siglas, dicen trabajar en interés de la
ciudadanía pero que, en realidad, por lo que hemos visto hoy, su prioridad es
su propio interés político, personal o partidista.
La paciencia de la ciudadanía tiene un límite, y están tensado la cuerda demasiado.
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