No sé si son los mismos gilipollas los que hacen las mismas
gilipolleces de cada año, pero sean los mismos o diferentes, son esa especie de
gilipollas que siempre aparecen al inicio de la temporada canicular para
demostrar que siguen existiendo y no son una especie en peligro de extinción y
que tienen un único objetivo: hacerse notar dando la nota, o sea, hacer una
gilipollez para demostrar que se es un gilipollas.
Son ese elenco de descerebrados que días antes del día 23 de
junio, verbena de San Juan, comienzan a avisar que durante los próximos días se
dedicarán a quemar artilugios pirotécnicos para producir los mayores estruendos
al más alto nivel de decibelios, y así joder al personal.
Porque son conscientes de que joden al personal más allá de
lo tolerable, pues los que tienen capacidad normativa para hacer gilipolleces
varias no son niños a los que les puede o no divertir tirar petardos, sino que
son individuos con espolones a los que les seduce y divierte inducir a que otros
individuos, de los que en la mayoría de los casos son progenitores, a hacer el
gilipollas.
Y puedo asegurar que algunos de ellos son los que después claman
al cielo exigiendo, con cajas destempladas, que se paralicen todos los actos
públicos que produzcan ruido pues “han venido a descansar”, y las actividades
en la calle se lo impiden. ¡Se necesita ser gilipollas!
Baterías, girasuelos, voladores, fuentes, petardos, truenos,
tracas, bengalas, bombetas, candelas, borrachos, femellas, chetes, misiles,
etc., son artículos que van ligados a las verbenas, y los que no somos amantes de
los petardos por cuestión de edad, de consciencia, de experiencia y de responsabilidad
debemos aguantar estoicamente, y así lo haremos, su uso y abuso.
Pero me pregunto si es necesario que las verbenas se inicien
días antes y no se circunscriban al día que toca y a lugares habilitados, pues esas
manifestaciones sonoras hechas cualquier otro día, alguno podrá calificarlas
como de libertad de expresión aunque jodan al vecino, pero no tienen sentido y
son un atentado a la convivencia, y como tal, solo pueden considerarse como gilipolleces
protagonizadas por verdaderos gilipollas.
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