¡Pues no! Yo no he votado ni votaré para que se produzcan
pactos postelectorales. Yo he votado el programa político que creo mejor
responde a mis inquietudes sociales e ideológicas.
Ustedes, los políticos, con los resultados que han dado las
urnas interpretan lo que les interesa interpretar, y así justificar los
movimientos que hacen para alcanzar el poder.
Por eso se inventan conceptos que tienen poco sentido
apelando a la voluntad colectiva de la ciudadanía, como si los ciudadanos nos
pusiésemos de acuerdo antes de poner la papeleta en la urna.
Nos empezaron “vendiendo” que los ciudadanos habíamos decidido
acabar con el “bipartidismo”, pero puedo asegurar que como ciudadano nadie me
comentó que esa era la intención colectiva, como tampoco me consultó qué
pensaba sobre ello.
Repito: voté lo que creía mejor, utilizando únicamente mi libre albedrío, sin cálculos ni elucubraciones imposibles de realizar.
Repito: voté lo que creía mejor, utilizando únicamente mi libre albedrío, sin cálculos ni elucubraciones imposibles de realizar.
Y ahora nos han metido en el concepto del bloque, interpretando
la aritmética representativa como voluntad de los ciudadanos, pero siempre en su
propio beneficio.
Como si de piezas de Lego se tratara, se trata de encajarlas por formas, aunque el color no coincida.
Como si de piezas de Lego se tratara, se trata de encajarlas por formas, aunque el color no coincida.
Lo mismo da construir un bloque donde coincida el rojo, el
morado o el amarillo, que el verde azul naranja, o que el rojo naranja y
morado, o que el azul rojo amarillo. Y a eso podemos sumarle los diferentes
matices de color con los que algunos partidos políticos también se presentan.
El caso es “negociar” pactos para llegar al poder.
No importa derecha izquierda o centro pues, de manera espuria,
los partidos implicados en esos pactos de bloques encuentran coincidencias y
argumentaciones, por muy surrealistas que estas sean, siendo siempre el
ciudadano el que “manda o/y tiene la culpa”, aunque paradójicamente a nadie han
consultado.
No sé si las segundas vueltas o el respeto a la lista más votada
es la mejor solución para que realmente seamos los ciudadanos los que impidan
que los políticos interpreten nuestra voluntad justificando sus movimientos
para alcanzar el poder, pero lo que no tengo duda es de que es necesario
profundizar en el modelo democrático para evitar caer en la desafección y que arraigue
un sentimiento de intento de manipulación y de tomadura de pelo.