Convencido de que la construcción de la progresista Europa que
yo sueño, solo será posible desde la socialdemocracia, no necesito un día de
reflexión para saber que papeleta voy a depositar mañana en la urna.
Caso aparte en lo referente a las elecciones municipales,
donde factores más cercanos deberían tener más peso e incidencia en la vida local
que la ideología o el partidismo.
Los proyectos e inversiones, atendiendo al qué pero sobre
todo al cómo lo van a hacer, las relaciones personales, la confianza en las
personas, la credibilidad y la constatación de los que han hecho y su capacidad
de cumplir las promesas, son algunos de los elementos que podrían invitar a la
reflexión, aunque bien es cierto que hay cuestiones subjetivas que podrían
responder también a gustos que, como los colores, cada uno tiene los suyos.
Y como pocos o casi ningún proyecto innovador ofrecen los
candidatos en Sant Feliu de Guíxols, porque no puede considerarse como compromiso
electoral el cumplimiento de sus obligaciones (mantenimiento de la ciudad,
limpieza, seguridad, etc.), han tenido que buscar el un elemento diferencial en
temas supramunicipales que poco sirven para valorar la capacidad de gestión de
los diferentes candidatos.
Como no podía ser de otra manera, y a falta de imaginación
generalizada en nuevos proyectos, los candidatos de Sant Feliu centran sus
diferencias en la ya recurrente “independencia”, y no tan solo en posicionamientos
del “sí o el no”, sino en poner graduaciones y niveles de quien es más o menos
independentista, como si eso pudiese aportar algo de positivo para la ciudad.
Claro, y eso les ha servido para hablar de pactos postelectorales
y poner en valor cordones sanitarios, olvidando que los ciudadanos, con nuestro
voto, apoyamos proyectos y programas, y no sillones ni subsistencias personales
que dependan de posibles acuerdos. Creo que los pactos preelectorales son un
fraude al elector.
Viendo este panorama, mis opciones son claras.
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