
A riesgo de volver a ser tachado por enésima de “fascista”,
no puedo menos que manifestar mi acuerdo con lo que plantea esa moción, aunque
pienso que está presentada tarde y a destiempo, pues como era de esperar, dado
el estado de crispación que estamos sufriendo, y estando a las puertas del 11
de setiembre, creo que era innecesario abrir ese melón pues irremediablemente el
debate iba a centrarse únicamente en lazos y elementos amarillos que algunos quieren
“disfrazar” como símbolo de reivindicativo de la libertad de unos políticos
presos, aunque la realidad es que han convertido el color amarillo en una
opción política, legítima pero simplemente vindicativa.
Lo que menos debía centrar el debate de esa moción era de
lazos y simbología amarilla y lo que se intenta representar con esos elementos,
y en cambio fue de lo único de lo que se trató.
De soslayo los regidores hablaron de convivencia o de la utilización
del espacio como lugar donde todos los ciudadanos pudieran sentirse cómodos, siendo
precisamente estos políticos como responsables de administrar ese espacio para
todos, que no de todos, los que optaron en defender su postura de manera airada,
lanzándose acusaciones incoherentes animados por un público “entregado”.
¿Soberbia, disciplencia, superioridad? Cada uno puede sacar
sus propias conclusiones poniendo cara a cada uno de los regidores que
intervinieron, pero ayer, con argumentos absurdos y incoherentes, votaron en
contra de lo que como regidores están obligados a cumplir y defender:
- Que se pueda expresar lo que cada uno piense o crea en libertad, evitando homogeneizar el espacio público.
- Que los espacios públicos no se banalicen haciendo uso de simbología de cualquier tipo que implique que parte de la ciudadanía no se encuentre cómoda, se sienta excluida o hasta insultada.
- Que no se permita poner o hacer uso de pintadas, plásticos, pancartas o carteles sobre ningún tipo de bien público, edificio público, vía pública, mobiliario urbano y paisajístico, y otros de valor urbanístico, arquitectónico o histórico tal y como establece la Ordenanza municipal de Convivencia Ciudadana aprobada por el Pleno municipal de 29 de enero de 2009.
- Que se emplace a la ciudadanía que quiera expresarse libremente que lo haga de acuerdo con aquello que establece la ordenanza de Convivencia Ciudadana.
En ese Pleno los regidores de Sant Feliu de Guíxols, simple
pero gravemente, aprobaron saltarse la ordenanza de convivencia (cuya
elaboración tuve el honor de liderar en mi etapa de Regidor de Gobernación y
que alguno de los ayer presentes debieron de sancionar como primer edil), llegando
a afirmar que pueden hacerlo si lo autoriza el pleno (sic) como han hecho con
alguna pancarta, y que no olviden que es algo rayano a una decisión delictiva,
hoy tan de moda.
Entiendo que los gritos e insultos de algunos asistentes,
que en absoluto son ejemplo de una determinada opción política de color
determinado, puedan mediatizar alguna intervención obligando hasta a utilizar
un tono no adecuado, aunque también debo reconocer que desde la frialdad y en perspectiva,
no sé si hubiera podido tener aguante cuando ayer se produjeron intervenciones insultantes
que quisiera pensar se deben a la “cercanía” de las elecciones municipales.
Y algunos pueden entender que me hayan dolido personalmente algunas
afirmaciones, sobre todo por provenir de quien provienen.
¿Cómo un regidor puede afirmar que las calles que no están adornadas
con lazos amarillo son indignas?
¿Cómo un regidor puede afirmar que el movimiento LGTB es “ideológico”?
Es ponerse a la altura del Papa cuando enviaba a los homosexuales al
psiquiatra.
Coincido con el Alcalde en que no me gustan los lazos ni las
pintadas, que no son otra cosa que gamberradas, pero en su intervención le
faltó la decisión que en este caso debía tener.
No tengo ninguna duda de que como si de un debate público se
tratara, tendré a oportunidad de la réplica o hasta de otra intervención por
alusiones.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada