Posiblemente
recibiré insultos, pero quiero dejar patente mi indignación al ver cómo
políticos exigen al Gobierno estatal que interceda ante la justicia para que
deje en libertad a los líderes de la ANC i de OMNIUM, en una clara demostración
de desprecio a la separación de poderes, que es uno de los pilares de la
democracia.
La
encarcelación provisional de Sánchez y Cuixart es una decisión judicial, y en
ese ámbito es donde se debe circunscribir, y a pesar de que se pueda considerar
como una resolución justa o injusta en mayor o menor medida, quiero seguir pensando
que la justicia es ciega, y que quien tiene la responsabilidad de impartirla puede
errar como lo haría cualquier persona, pero estoy convencido que sus decisiones
están basadas en la objetividad de los hechos sobre los que debe resolver.
Por ello en
este caso creo que es una arbitrariedad, sino una frivolidad fruto de
posicionamientos dogmáticos o de sentimiento inducido, afirmar que estamos ante
una decisión judicial que ha convertido a los Jordi's en presos políticos a
instancias de la Fiscalía, pues de haber sido así los cuatro imputados que ayer
prestaron declaración en la Audiencia Nacional habrían pasado ya una noche en
prisión, tal y como pedía el Fiscal, lo que entiendo demuestra una gran
independencia de la Juez Lamela, encargada del caso.
Es cierto que
la resolución es extemporánea y que al margen de suponer un "respiro"
que permite aumentar la presión contra uno de los actores del conflicto en
Catalunya de cara al próximo jueves, supone al mismo tiempo un elemento para recrudecer
el estado de crispación social que estamos sufriendo, como ayer reconocía en TV
el Diputado Tardà.
Eso sí, que
nadie interprete que estoy de acuerdo con la encarcelación de estos ciudadanos,
pues no tengo los suficientes conocimientos jurídicos para opinar ni mucho
menos para juzgar, pues a estas alturas de la película, de hacerlo, sería como
someterme a los diferentes e interesados juicios de valor que se están haciendo;
como tampoco voy a banalizar sobre la "proporcionalidad"
de las medidas que se han tomado (un día alguien deberá explicarme con qué
parámetros se mide esa llamada proporcionalidad).
Lo que sí me atrevo a cuestionar es la idoneidad
de la invitación -reconozco que me
cuesta fiarme de la sinceridad de la misma pues suena a exigencia-, a la
movilización de la ciudadanía en la calle, pues a pesar de que Sánchez y
Cuixart pidan serenidad y calma, como es bien sabido, es muy difícil controlar
una gran cantidad de personas concentradas, como ya ocurrió el pasado 20 de
setiembre, que no olvidemos es por lo que están encausados judicialmente, no
políticamente.
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