Tras el recuento de las
elecciones francesas, se pueden hacer muchas lecturas, tantas como combinaciones
entre los resultados obtenidos por cada uno de los cinco candidatos, teniendo
en cuenta el “color” de sus políticas, su procedencia, su populismo, su posicionamiento
frente a Europa, su…
El dato constatable es
que ha ganado la derecha; de manera clara: Frente Nacional (Le pen) y los
Republicanos (Fillon) han obtenido más de un 43%. Si les sumamos En Marcha
(Marcron), que no deja de ser una opción de derecha moderada tipo Ciudadanos,
un 65,79 % de votantes ha dado su apoyo a los candidatos de la derecha gala.
Si fuese una opción posible,
con independencia de su posicionamiento ideológico, el denominado populismo (Frente
Nacional/Frente Izquierda) ha obtenido un significativo 42,40 %.
Si entendemos como
populismo el simple cambio de actuaciones políticas de candidatos y de partidos
clásicos, aquí podríamos sumar en Marcha, lo que resultaría un 65,10 %.
Si atendiésemos a que En
Marcha, por haber recogido lo mejor de la izquierda y de la derecha, es de
izquierdas, hubiesen obtenido un 47,82 %.
Es cierto que en el
papel todavía falta para afrontar unos comicios electorales generales en
España, aunque quizás no tanto en vista de los últimos acontecimientos, pero aunque
salvando particularidades y singularidades, estos datos y sus diferentes
interpretaciones son bastante significativos como para que los partidos
políticos españoles comiencen a plantearse cómo quieren que sea el futuro inmediato
de nuestro panorama político.
Si el resultado galo no
es el apetecible, que yo creo que no lo es, el horizonte debe obligar a hablar
más de políticas factibles, a la vez que creíbles, en beneficio de la sociedad,
y convertir los partidos políticos en verdaderas herramientas útiles para dar
respuesta a las inquietudes de la ciudadanía, atendiendo a la transversalidad y
la permeabilidad.
Creo que debemos tomar
nota de esta lección.
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