Creo que hay maneras para afrontar la necesaria catarsis, que
a mi modesto entender necesita el PSOE para salir de la crisis interna y
externa en la que está sumido, que la basada en la confrontación desde la visceralidad,
como parece ser que unos y otros intentan hacer.
Sí, quizás no tan efectivas y contundentes, pero más elegantes
y pacíficas que estas, que sí o sí, harán tan grande la grieta existente entre
compañeros que prácticamente harán imposible cerrarla, por mucho que algunos
dirigentes intenten esconder la realidad.
No se han convocado las primarias y el espectáculo ya está
servido, y las descalificaciones y acusaciones entre partidarios de uno u otro posible
candidato a la Secretaría General (y entre ellos mismos), son el pan de cada
día, lo que hará imposible un post congreso que permita que el PSOE recupere su
posición en la sociedad española.
El PSOE no es sólo de los militantes, como decía Pablo
Iglesias; el PSOE es de los ciudadanos y debe ser útil para la ciudadanía, y
esos militantes de medio pelo (aristocracia o de base) que sólo trabajan para
destruir, deben entender que con ese nivel de confrontación fratricida impulsada
desde la endogamia más absurda, solo se logrará que los socialistas perdamos el
referente que el PSOE debe representar.
Porque la decisión de los militantes para elegir uno u otro
candidato a la Secretaría General del PSOE, debe basarse en un proyecto
organizativo que sirva para defender al proyecto político que haya decidido el
propio partido, con la máxima permeabilidad a las aportaciones que haga directa
o indirectamente la ciudadanía, y no solo valorar las bondades personales de
esos candidatos o en el nivel de desagravio que creen merecer por actuaciones
anteriores.
Y hacerlo desde la izquierda, ¡claro que sí!, pero jamás
desde el inmovilismo dogmático que, como conocemos los socialistas, solo
beneficia a la derecha.
Y actuando y siguiendo esos mismos criterios desde todos los
ámbitos y en todos los ámbitos, local, autonómico o estatal.
Si los que se perfilan o se manifiestan como precandidatos a
Secretario General del PSOE, no son capaces de entender que los socialistas no
necesitamos demostraciones de “¡a ver quien la tiene más larga!”, sino que necesitamos
un liderazgo basado en proyectos y propuestas claras, es que no merecen liderar
el proyecto de izquierdas que los socialistas exigimos que lidere el PSOE.
Quizás el primer compromiso que esos candidatos deberían asumir
para legitimarse como tal, es la negativa a utilizar la descalificación del
adversario, aunque sea subliminal, en su carrera para alcanzar la Secretaría
General del PSOE pues, de no hacerlo así, el resultado de esa necesaria
catarsis a la que aludía y que algunos están provocando para “quedarse solos”,
solo servirá para alcanzar un nivel de insignificancia e irrelevancia política
que el PSOE no merece.
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