Ahora soy un simple
votante socialista, un “ciudadano del PSC” como yo me autodenomino, y mi
referente orgánico y electoral ha sido siempre el partido socialista, tanto PSC
como PSOE. Por ello cuando hablo del PSOE
o del PSC hablo de mi partido, y a veces olvido que, por respeto a mi
propia dignidad, decidí renunciar a la militancia después de 30 años.
Pero sigue siendo mi
partido y me duele lo que entre unos y otros están provocando de manera
inconscientemente consciente y que, aparentemente, responde únicamente a alimentar
egos y mantener estatus alcanzados.
Eso sí, no me sorprende
nada, pues cada vez que se ha generado una crisis interna en cualquiera de los
dos partidos -que ya han sido muchas aunque ésta ha tenido mayor repercusión
mediática-, se ha entrado irremediablemente en la guerra de los “…istas, y en
la aparición de corrientes de opinión que no dejan de ser más que
contrapoderes, aunque no niego que en algunos casos puedan ser positivas.
En el PSC, previo a su
Congreso, ya están surgiendo plataformas reivindicando posicionamientos
políticos que, en algunos casos entrarán en contradicción con las resoluciones
de las propias resoluciones congresuales, y que servirán para poner de
manifiesto diferencias y para que quien las “capitanea” no pierda el
protagonismo que tenía, o pueda alcanzar el que querría tener.
Pero ello no quita que
en el PSC no exista la guerra de los “…istas”, aunque eso sí, se centra y ubica
en los órganos de dirección, lo que dificulta alcanzar decisiones sin
ambigüedades aunque, por otro lado, no provoque grandes enfrentamientos entre
el grueso de la militancia, al contrario que en el PSOE, donde cada uno de los
“capitanes” en liza ha lanzado a sus huestes a campo abierto, unos contra
otros.
No sé si el PSC saldrá
de su Congreso reforzado y con una dirección unida capaz de trabajar y tomar
decisiones unitarias, aunque quiero seguir pensando que quienes se han
enfrentado en las primarias tienen capacidad para aparcar sus diferencias y,
sobre todo, de olvidar que uno ha sido vencedor y otra perdedora.
Aunque no podemos
engañarnos, y debemos decir que será difícil, pues siempre que se han elegido
ejecutivas de consenso donde se incorpore el perdedor y algunos de su equipo,
ha acabado en tararí, pues el que pierde “debe hacer renuncias” y el que gana
“debe ser generoso”, y eso es muy complicado.
Son muchos años de experiencia
los que tiene el PSC para volver a caer en los mismos errores de manera
reiterada, por ello no puede cerrar los ojos ante la realidad: cuando el PSC ha
sido capaz de trasladar unidad, ha subido el apoyo que ha recibido de la
ciudadanía. Cuando el PSC ha mostrado debilidad y miedo en sus planteamientos, los
ciudadanos le han retirado su confianza.
Creo que los “ciudadanos
del PSC”, para seguir siendo del PSC, necesitamos un discurso claro y sin
ambigüedades, casi monolítico, que dé respuesta inmediata a todos los temas que
inquietan a la ciudadanía, atendiendo a la base ideológica y los principios del
PSC, pero con la flexibilidad y permeabilidad que demanda la sociedad.
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