Sí, es Felipe González,
aquel que fue el primer Presidente del Gobierno del PSOE, y que durante años y
años fue el referente de las políticas progresistas del cambio, en una España
que se iluminaba después de 40 años de gris dictadura.
Es aquel Felipe
González que rubricó la entrada de España en la sociedad europea y mundial, que
aunque a algunos les pese, la CEE y la OTAN posicionaron a nuestro país en la
élite económica y social.
El Felipe González al
que hoy satanizamos pero al que hasta hace cuatro días se tenía que llamar para
que el PSOE pudiese mostrar cierta musculatura social en los actos electorales organizados
por el PSOE, al igual que al Presidente Zapatero o a aquellos ministros socialistas
a los que algunos dirigentes i algunos militantes actuales del PSOE, hoy
criminalizan.
Y todo porque han
opinado, desde una visión política de estado de la que tienen experiencia contrastada,
que el PSOE debe responder ahora ya a intereses colectivos más que a los
partidistas.
A partir de ahí han
llegado insultos y descalificaciones como si Felipe González, como otros militantes
no pudiese opinar sobre este tema, y que precisamente el PSOE, partido garante
de las libertades, encabece una cruzada contra la libertad de expresión que el
expresidente ha ejercido con total legitimidad.
Se puede estar en desacuerdo
con él y con los que opinan como él, y en contra de lo que piensa la actual
dirección del PSOE y la mayoría de miembros del Comité Federal, pero de ahí a
cercenar el derecho a opinar, convirtiéndose en paradigma del pensamiento único
va un abismo, a la vez que proyecta al exterior la imagen de aquel PSOE huidizo,
inseguro y desconcertado que lo está colocando en una situación realmente
complicada, en cuanto a apoyo social se refiere.
El pasado 24 de junio Felipe
González era el referente del socialismo español pasando, “gracias” a los
resultados electorales del 26–J en los que en no era candidato, a ser el mayor
cabrón, hijo de puta, chorizo, putero, adúltero o mal socialista entre otras
lindezas que las redes sociales han reflejado.
Y todo porque ha opinado,
como algunos también lo hacemos, que en un inicio el PSOE debe ejercer el
Gobierno desde la oposición, donde los españoles lo han colocado.
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