Su intención no es otra
que generalizar para después estereotipar, intentando que la repulsa que pueda provocar
una dudosa actuación personal, se convierta en un rechazo injusto hacia la
organización desde se cometió una condenable acción.
Y me refiero a otro
episodio protagonizado por el que fue dirigente del SOMA-UGT, Fernández Villa,
que a la investigación sobre su persona por una cuestión monetaria y/o fiscal,
ahora añade a su biografía el presuntamente estar cobrando una pensión demanera fraudulenta.
Toda la lucha sindical
que encabezó Villa en favor de los trabajadores de la minería, ¡que lo hizo!,
ha quedado en segundo plano, y su nombre ya no estará ligado al sindicalismo
reivindicativo del que los ugetistas nos hemos sentido siempre orgullosamente comprometidos,
sino al precio que podían tener sus acciones.
Porque ese precio, si
ha existido, lo ha puesto Villa para vender a Villa, pues un acto como éste,
que considero como mínimo puede calificarse de éticamente deplorable y
reprobable, se lleva a cabo desde la voluntad personal de quien lo ejecuta, es
decir, del propio Villa, no por la organización a la que mal representa.
Somos muchos los que
creemos que el sindicalismo de clase, en especial el que representa la UGT, es
la vía más efectiva para profundizar y avanzar en la justicia social, tal y
como se ha demostrado sobradamente a lo largo de sus 125 años de historia, y
sería injusto que esos que se mueven en
torno a la carroña lograsen estereotipar y poner en entredicho el movimiento
sindical, y en particular a todos los sindicalistas que han dedicado su vida a
defender y reivindicar derechos para el conjunto de los trabajadores y
trabajadoras.
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