Nos rasgamos las
vestidores por las declaraciones de Felipe González cuando afirma que la
propuesta de Rivera a Rajoy es el primer acto de responsabilidad después del
27-J; pero es que verdaderamente tiene razón, pues es el único movimiento conocido
que alguien da para salir de este impás en el que se encuentra la política
española.
Y puede fastidiar que
sea una acción que posibilite una presidencia del Gobierno español avalada por
el PP, con todo lo que ello significa, pero es que a mi modo de entender y de
acuerdo con las intenciones manifestadas por los diferentes grupos políticos,
es la única vía posible, o bien una tercera convocatoria electoral, pues la
aritmética y la formulaciones matemáticas, junto con las voluntades, dan para
lo que dan.
Aquí ya no valen
posicionamientos partidistas, que no ideológicos, de derechas e izquierdas que
puedan utilizarse como argumento para justificar un gobierno de uno u otro “color”,
con el objetivo de contrarrestar opciones diferentes.
Para gobernar, el PP
ahora podrá recibir el apoyo del otro gran partido de derechas, Ciudadanos, que
no podemos olvidar que pactó con la alternativa de izquierdas, PSOE, para que
el PP no lograse formar Gobierno. Pero los números de la derecha no dan (PP y C’s),
de igual manera que tampoco dieron anteriormente, cuando PSOE i C’s intentaron que
Sánchez fuese investido Presidente.
Tocaría mirar a los
nacionalistas, que por serlo algunos los posicionan con la izquierda, cuando la
realidad es que están tan a la derecha ideológica como podría estarlo el rancio
nacionalismo español, representado por PP y
C’s.
Y en ese galimatías, no
podemos dejar de mirar al PSOE, que
también desde la izquierda se posiciona, en según qué temas en un rígido inmovilismo
institucional que, aparentemente, es el que impide que los nacionalistas
catalanes y vascos puedan considerarse futuros aliados de la derecha, a pesar
de tener coincidencias con PP y C’s, más que con el PSOE, pues este último decidió
rehusar el apoyo de soberanistas e independentistas.
Pero es que el PSOE así
como C’s también se han negado a posibles pactos con Podemos, aunque estos
últimos no verían con malos ojos un pacto PSOE, Podemos y los nacionalistas
vascos i catalanes, aunque ello significase un pacto con la derecha que
representa PDC i PNV.
Y por qué no considerar
a los terceros en discordia, los independentistas vascos y catalanes manifiestamente
independentistas de ERC i Bildu que, para no herir susceptibilidades, ubico en
la izquierda, y a los que nadie quiere (salvo la ambigüedad de Podemos), aunque
por coherencia, ellos deberían corresponder también con el mismo no querer,
pues ni el PP ni PSOE ni C’s accederían jamás a la convocatoria de una consulta
“secesionista”.
Y acabemos apuntando a
la autoexclusión del PSOE como alternativa, pues con su NO al PP, NO con el PP,
No con PODEMOS i No con Independentistas, sumando los NO de los otros partidos,
solo queda la vía de unas nuevas elecciones, aunque paradójicamente todos
coinciden en un NO a una tercera convocatoria electoral.
Después de todo esto la
afirmación de Felipe González tiene toda la lógica del mundo, pues el único que
ha movido ficha para que no se celebren unos nuevos comicios y que se forme un
Gobierno (que es lo que parece desean todos los españoles) ha sido Rivera,
mostrando una responsabilidad, que aunque sea mediática y responda a una
estrategia de partido o hasta haberse orquestado conjuntamente con el PP, es el
único movimiento que existente.
Eso sí, creo que el
PSOE, como partido de Gobierno, debe tomar una determinación valiente desde una
visión de Estado, pues en este momento la percepción general, y ratificada por su
propio silencio, es que el problema es Pedro Sánchez, pues dolido por no haber
sido investido Presidente y por no haberle sido reconocida su responsabilidad
al someterse a una sesión de investidura para sacar a España de una situación
similar a la actual, está forzando ese bloqueo, y será el culpable de que los
españoles volvamos a estar sometidos a políticas de derechas o bien, de que debamos
volver a pasar por el suplicio de unas nuevas elecciones en tan poco espacio de
tiempo.
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