Continuo pensando que
la libertad tarifaria en el ámbito portuario es abrir la puerta a la
privatización, y no tan solo de ciertos servicios que pueden ser prestados con
eficacia desde la iniciativa privada, sino de la gestión global de ciertas instalaciones
portuarias que, por sus características y potencialidad responden, sin ningún
género de dudas, a los cánones de rentabilidad que defiende la inversión del
capital.
Del mismo modo, creo
también que la realidad geográfica española en cuanto se refiere a su litoral, no
tiene comparación con otros países donde la actividad portuaria tiene una
importancia significativa, pero no la potencialidad y capacidad que tiene este
país, donde se dan cita 28 instalaciones portuarias en perfecto estado.
Por ello priorizar la
competencia entre puertos españoles desde la gestión tarifaria y no
principalmente desde la oferta de servicios, implica romper un modelo actual
que, en teoría, se basa en una gestión equilibrada y complementaria de todos
los 28 puertos de interés general, y que sobre todo posibilita la supervivencia
de todos ellos.
Esto no es óbice para que
los puertos no puedan utilizar el factor tarifario como complemento a su oferta
comercial, pero siempre teniendo presente que su máxima competencia no está en
el frente portuario general que conforma el sistema de Autoridades Portuarias,
sino en los puertos que también pueden intervenir en la captación de
mercancías.
Creo que es un error
romper totalmente el sistema, como intentaba la Unión Europea, y que cada
puerto deba ser considerado como una empresa independiente y no como una unidad
de negocio que forme parte de un conglomerado empresarial, aunque con total
autonomía estratégica y de gestión para alcanzar unos objetivos comunes; esto
puede dar resultado en algunos países con una capacidad marítima y portuaria
mucho menor.
Cap comentari:
Publica un comentari