Hace ya unos años, decíamos aquello de que “contra Franco
vivíamos mejor”, pues a pesar de no existir compromisos con la ciudadanía, pues
el régimen no necesitaba tomarlos, teníamos la posibilidad de reivindicar algo
tan importante como podían ser libertades.
Alcanzada la ansiada libertad llegaron las primeras promesas
electorales que, ineludiblemente, debían
ir acompañadas de los primeros incumplimientos, pues son estos engaños los que
posibilitan las alternancias en políticas, convirtiéndose en el elemento sobre
el que se sustenta la consolidación del ejercicio democrático.
La lógica indicaría que, en cada convocatoria electoral, los
ciudadanos castigásemos al que nos ha
levantado la camisa con mayor desvergüenza, pero sorprendentemente no es así, y
quien más engaña es quien sigue manteniendo unos niveles de apoyo más elevados
y que le permiten seguir gobernando e incumpliendo sus compromisos.
Tenemos la prueba pues, si las encuestas no fallan, habiendo
sido maltratados por el Partido Popular a todos los niveles, el próximo 26 de
Junio y aun sufriendo un importante retroceso, los ciudadanos les volverán a otorgar
la confianza y les permitirá ganar las elecciones.
Y sí, nos consolaremos diciendo que contra el PP vivimos
mejor, ejerciendo ese derecho al pataleo estéril que también podríamos ejercer
si optásemos por otras propuestas y compromisos electorales que sabemos también
son un engaño, aunque es el PP quien no
tiene parangón a la hora de demostrar un grado de falsedad que raya el surrealismo
más profundo.
Tenemos la oportunidad de negarnos a demostrar que queremos seguir
siendo engañados, y que nuestro apetito reivindicativo no se sacia con la
pasividad y el conformismo que representaría votar a aquellos partidos que
están asentados en una contrastada mentira permanente o que, de manera
constatada, están postulándose para apuntalarse en ella.