
Como he afirmado en
alguna otra ocasión, en las elecciones de ámbito supramunicipal yo voto por
coincidencias y convicción, siendo crédulo con el programa electoral que
presenta la opción política por la que apostaré, y sabiendo que será después
cuando, si es necesario, buscarán también las máximas coincidencias con el
resto de partidos para conseguir gobernar de manera estable.
Asimismo pienso que
todas las opciones políticas que concurren a unos comicios electorales lo deben
hacer con la certeza de poder ganar o, como mínimo, de poder incidir de manera
significativa en la gobernabilidad, pues deben estar convencidas, al igual que
lo están sus votantes, que su propuesta es la que responde a los intereses
colectivos.
Y quiero pensar también,
aunque no sería descabellado pensar lo contrario, que nadie concurre sabiendo
que va a perder, y que nadie lo hace (o no debería hacerlo) habiendo acordado
previamente pactos posteriores, porque si es así, sería mucho más honrado su
presentación con un único programa electoral.
Pero como los
resultados permiten hacer interpretaciones varias, ahora mimetizamos lo que queremos
interpretar como voluntad del pueblo con la aritmética representativa, y de
manera perversa nos posicionamos con propuestas que, entiendo, van en contra
del sentido común y de la regeneración democrática que debe impulsar la
recuperación de la confianza en la política, porque ahora se proponen
candidaturas unitarias donde confluyan diferentes partidos pero,
asombrosamente, posibilitando que cada uno de ellos pueda hacer campaña propia
con propuestas diferenciadas.
Si es así, me pregunto qué
y a quién votaré cuando el próximo día 26 me encuentre frente a la urna, porque
siendo consciente de que las políticas que hasta ahora ha aplicado el PP en
detrimento de los intereses de la sociedad deben eliminarse (y que parece ser
que es el único argumento en el que coincide toda la izquierda), no es esta la
única propuesta que daría sentido y decantaría mi voto, pues sería tanto como
dar un cheque en blanco y confiar en un buen sentido y buen hacer de los
candidatos, algo de lo que no han hecho gala durante estos últimos cuatro
meses.
Y porque sería tanto
como decir que todos los partidos denominados de izquierdas pueden llegar fácilmente
a ententes y cohabitar para desarrollar programas de Gobierno, afirmación que
la experiencia nos dice que no responde a la realidad, pues no todos lo partidos
de izquierdas tienen la misma visión de cómo deben actuar las izquierdas.
Creo que el “no gracias”
de Pedro Sánchez a Pablo Iglesias, declinando la invitación de conformar
candidaturas conjuntas en el Senado, es totalmente lógico pues el PSOE debe liderar la izquierda de este país, como paso previo
e indispensable para que la izquierda lo gobierne.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada