
Sant Feliu tenía (y tiene)
un equipo técnico con capacidad demostrada. Sant Feliu tenía (y tiene) un
volumen de voluntariado digno de envidia. Sant Feliu tenía (y tiene) la infraestructura
suficiente. Y Sant Feliu tenía un Gobierno Municipal que, consciente de la
importancia que para la ciudad tenía (y tiene) acoger un acontecimiento como
este, aportaba toda la ilusión y voluntad para hacerlo realidad.
Y por eso asumimos el
compromiso, y aquella propuesta del Vicealcalde Pere Albó fue rápidamente
asumida por la entonces Regidora (y hoy participante) Magda Lupiañez, que
liderando el magnífico equipo del Área Municipal de Esports encabezada por su
responsable Xavi Giró, hizo realidad un éxito contrastado del que hoy podemos
enorgullecernos, pues la TrailWalker Olot-Sant Feliu de Guíxols es un recorrido
totalmente consolidado, quedando ligado este acontecimiento a la ciudad al
poder afirmar que la trailwalker no solo llega, sino que es de Sant Feliu.
Nada comparable con la
posibilidad de sufrirla y/o gozarla recorriendo sus 100 kilómetros, pero puedo
asegurar que vivir la TrailWalker desde fuera, como he hecho como Regidor y
pequeño colaborador durante 4 ediciones, ha sido una experiencia inolvidable, pues
me ha hecho conocer el espíritu solidario que representa participar en un
prueba que me niego a calificar como deportiva, sino como una muestra de
esfuerzo y superación para contribuir solidariamente a favor de una causa
justa.
He visto a personas gritar
de dolor, prácticamente arrastrándose en la línea de meta; y personas llevadas
en volandas porque eran incapaces de dar un paso más; y personas que han
llorado y reído de dolor, de alegría y de satisfacción.
Y también he reído,
gritado y, por qué no decirlo?, también he soltado alguna lágrima con ellos.
Aún recuerdo la llegada “alegremente llorosa” de Verónica Lahoya en su primera
participación que, como dos tótilas, compartimos la Julia Vendrell y yo, situación
que se fue repitiendo año a año.
Dudo que algún día se
me pueda colgar la etiqueta de participante y abandonar la de simple espectador,
pues con toda seguridad me limitaré a seguir sintiendo envidia de los
centenares de personas, que con 100 kilómetros de solidaridad en sus piernas, son
los únicos que merecen tener todo el protagonismo mediático.
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