No me atrevo a emitir las descalificaciones que me vienen a
la mente, pues prefiero caer en aquel axioma de que en el Congreso reside la
soberanía popular, por lo que cabe pensar que lo acontecido allí es lo que el
pueblo soberano ha decidido.
Pero no me gusta, y me atrevo a afirmar que si la
composición del Congreso de los Diputados refleja la realidad social de los españoles, la interpretación
que hacen los políticos y su puesta en escena no recoge esa realidad.
Los ciudadanos queremos una política seria, hecha efectiva
por políticos serios y responsables que, además, trasladen responsabilidad y confianza,
y que se dediquen a defender y dar respuesta a las necesidades de la ciudanía;
de toda la ciudadanía!.
Y obviamente, ayer en el Congreso se dio una situación contraria
a estas tesis, pues una gran parte de los Diputados se presentaron a bombo y
platillo, anunciando de manera ostensible que sus intereses son los de su
partido y los de aquellos que les han dado soporte, pero que siendo muchos no
son la totalidad de españoles.
Porque ayer, con esa alegría que caracteriza a esos
políticos que quieren erigirse como paradigma de la proximidad, marcaron desde
el inicio unas líneas infranqueables que
complicarán, i mucho!, cualquier intento de llegar a acuerdos, olvidando que la
política, y más en estos momentos, es negociación.
Posiblemente si
hubiesen podido transmitir que las acciones que llevaron a cabo los
diputados de PODEMOS eran fruto de la naturalidad y no estaban orquestadas, hoy
estaría hablando en otros términos y reconocería, sin rubor ni pudor i casi con
orgullo, que la política está cambiando en positivo, y que estamos en el buen
camino de la regeneración.
Pero ayer fue una puesta en escena artificial, con reproches
previos convertidos en amenazas que, muy hábilmente, también se utilizaron para
justificar los shows que ayer se dieron cita en la constitución de la
Legislatura.
Las coletillas a los juramentos y/o promesas para conseguir la
condición de Diputado o Diputada algunos partidos las convirtieron en declaración
de intenciones preparadas a conciencia que, indudablemente, condicionarán el
desarrollo de su actividad parlamentaria.
La llegadas en bicicleta, o el acompañamiento de la banda de
música, o las manifestaciones de alegría en la puerta del Congreso, o los
lloros, o hasta el amamantamiento del bebé de la Diputada formaban parte de un
plan que, creo, pretendía alcanzar dos objetivos; uno argumentar el por qué la
petición de cuatro grupos parlamentarios diferentes y dos, quitarle protagonismo
al propio acto de constitución de la
cámara, con la elección de su Presidente.
Debemos esperar, o por lo menos yo así lo deseo, que el show
de ayer sea simplemente una demostración alegre de la novedad y el estreno, y
que los diputados entiendan que la regeneración democrática es otra cosa.
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