Crece la economía y el
Gobierno, con harta celeridad, se apresura a vanagloriarse mediáticamente para
demostrar que tenían razón, y que sus reformas sociales han sido las que han
propiciado esta mejora, a pesar de que la herencia política que recibieron
dificultaba mucho que se percibiese una tendencia al alza a corto plazo.
Pero sin ser economista
y solo estando informado de lo que ocurre a nivel mundial, creo hasta yo podría
apuntarme este triunfo, pues a la postre las medidas que se han aplicado se
basan únicamente en el ahorro y en la contención del gasto, lo que utilizando
la aritmética de la suma y resta que se enseña en P-4, sólo puede traducirse en
recortes sociales, en recapitalización financiera y en precariedad.
Han conseguido un
préstamo europeo, avalado por la población, para “sanear” el sistema financiero
obligando a los trabajadores y trabajadoras a hacerse cargo de la devolución del
mismo, por lo que los bancos, al facilitar el crédito al consumo nos hacen un
regalo envenenado con la única finalidad de garantizar que se hagan efectivas
las correspondientes cuotas.
Han hecho sinónimo el
recorte y la austeridad, confundiendo el control y la racionalidad con la
dejación y eliminación de avances sociales y colectivos, intentado consolidar un
claro retroceso en el estado del bienestar.
Y han elevado el empleo
estable a la categoría de lujo difícilmente alcanzable lo que implica, al convertir
la precariedad en la situación habitual de la clase media, que sea a partir de
esa precariedad lo que permita ese cacareado crecimiento, que no debemos
olvidar es porcentual, lo que no se traduce en liquidez inmediata.
Ello quiere decir que
los trabajadores y trabajadoras seguiremos soportando la misma situación
precaria, aunque con una particularidad: podremos tener algo más de dinero para
consumir, pero solo aquello que quieran que consumamos los que nos dejarán el
dinero para hacerlo.
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