Desde luego, no
defiendo la monarquía, sino todo lo contrario; sobradamente me he declarado republicano
por creer que la democracia y el estado de derecho son incompatibles con la herencia
de responsabilidades políticas y que estas solo pueden ser asumidas desde el
ejercicio de la democracia. Pero de ahí a renunciar a la historia va un abismo,
y creo que el respeto a los personajes que la tejieron desde la legalidad, no
en los que accedieron a ella ilegítimamente, debe ser análogo al respeto que se
debe tener s sus partidarios. Y de la monarquía en Barcelona, partidarios hay
muchísimos.
Entiendo que a un
partido político que ya en su nombre se declara republicano, le haga salir
sarpullido cuando en el callejero de su ciudad o de su país aparecen nombres
explícitamente monárquicos pero, ¿qué solo ellos tienen derecho a no sentirse incómodos?
¿Piensan, por ejemplo, cómo debe sentirse alguien que, ideológicamente de derechas, deba
vivir o trabajar por ejemplo en la Plaza Karl Marx?.
Pero creo que lo más
grave, a parte de la falta de sensibilidad con las diferentes maneras de ver i
vivir una de las ciudades más bellas y cosmopolitas que existen como es
Barcelona, es la demostración de que la talla política no les sobra a según qué
personajes que tienen la ocupación de velar por los intereses de los
barceloneses (como podría ser de otras ciudades), obviando los problemas reales
de la sociedad, y para los que ellos tienen la obligación (por eso cobran) de
buscar soluciones.
Hablando mal y pronto,
¿qué carajo le importa a un ciudadano que sufre pobreza energética, por
ejemplo, que la calle Juan de Borbón pase ahora a denominarse Peret o Manolo
García o Manolo Escobar o Caballé, por nombrar cantantes i no significativos de
movimientos de radicalidad?. ¿O a aquel que está a punto de ser desahuciado en
la calle Príncipe de Asturias, le suavizará su desesperación que la orden
judicial le llegue con un membrete diferente, por llamarse ahora esa vía Moncho
o Cassen o Gila (por cambiar a cómicos?
Al final uno llega a la
conclusión de que son políticos de medio pelo, que su aspiración es únicamente
vivir de la política y que para continuar así deben aparentar que hacen algo que
no parezca nada, aunque de momento lo único que ha hecho ha sido aprobar en
incompetencia.
Sin ser santo de mi
devoción, espero que la Alcaldesa Colau no haga suya la iniciativa Bosch en
Barcelona.
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