Se acerca la fecha clave y el nerviosismo se va adueñando de
aquellos que tienen intención de concurrir a las elecciones municipales del
próximo 24 de mayo.
El decidir no presentarme me permite ver la situación con
cierta perspectiva y distancia, y eso me obliga, desde el temor a haber actuado
del mismo modo que algunos lo están haciendo ahora, a pedir disculpas por si en
las anteriores precampañas y campañas en las que he participado mi actitud no
ha sido la correcta.
Y no hablo únicamente de candidatos y candidatas ya
públicamente declarados, sino también de aquellos gregarios que algunos
aspirantes auto endiosados lanzan para que les vayan allanando el camino, a
cambio de promesas posteriores.
Quiero recordar que jamás, en campaña o pre-campaña, he
lanzado un insulto ni una injuria contra un adversario político, del mismo modo
que estoy convencido que jamás he traspasado aquella línea roja que representa
utilizar el ataque personal, familiar o profesional para dejar en evidencia al
contrincante. Creo que ese recurso electoral es menospreciable, y solo lo
utiliza habitualmente quien siendo consciente de sus deficiencias y
incapacidades, necesita distraer la atención mediante difamaciones y falsas
acusaciones y yo, desde la modestia, creo que no he necesitado hacerlo.
Eso sí, no puedo negar que me halaga el hecho de que, a
pesar de no formar parte de ninguna candidatura siga siendo objeto de atención
y centro de ataques personales, y que se me quiera utilizar para atacar a los
que sí optarán a continuar ejerciendo algún tipo de responsabilidad política y
con los que ahora todavía comparto, satisfactoriamente, acción de Gobierno.
Por eso animo a aquellos que están lanzando acusaciones
contra propios y extraños, denunciando faltas y delitos que lo hagan
abiertamente y demostrando sus afirmaciones más allá de cualquier duda razonable,
dando la cara y no escudándose en el cobarde anonimato, porque actuando de esa
manera lo único que están haciendo es daño al propio sistema democrático, y alimentar
la pérdida de confianza hacia los que de manera honrada y con espíritu de
servicio a la comunidad concurrirán a los próximos comicios electorales, que a
pesar de ellos, también los hay.
Vamos, que más allá de pactos pre o post electorales, los
partidos políticos que optan a asumir responsabilidades – no lo que optan
simplemente a ostentar poder - , deberían hacerse una llamada para afrontar
esos comicios desde las propuestas, y no desde el menosprecio y descrédito al
resto de opciones.
O sea, que el aval de la ciudadanía para poder ser una
opción el día 24 de mayo, debería estar sustentado en el compromiso real,
rebatiendo programas pero a la vez proponiendo alternativas creíbles y
factibles, no buscando rédito en la necesidad social y huyendo de la demagogia.
Lo que se denominaría unos comicios electorales en positivo.
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