Hasta
aquellos que durante 365 días al año actúan desde la misoginia más
recalcitrante, esperan el día 8 de marzo para declararse abiertamente
feministas, haciendo demagógicas arengas reivindicativas que contradicen sus
propias y habituales actuaciones.
Son esos
políticos que cada año estrenan un diccionario donde mantienen, durante unas
horas, conceptos tales como igualdad y no discriminación de género, para
después olvidarse de ellos como corresponde a esa hipocresía que forma parte de
su genética personal.
Conozco a políticos
que hoy protestan por la discriminación laboral entre personas de distinto
sexo, cuando en su actividad normal, teniendo mujeres bajo sus órdenes, la
falta de oportunidades es el rasgo principal de su gestión.
Conozco a políticos
que hoy protestan por actitudes hostiles hacia las mujeres, cuando su historial
biográfico lo protagonizan episodios recurrentes de menosprecio.
Conozco a
políticos que protestan por abusos de fuerza y poder hacia las mujeres o por
comentarios de índole machista, cuando su clientelismo “eclipsoide” (de
eclipse), está más que constatado.
Son esos
políticos que, sin ponerse colorados y sin ningún tipo de rubor, critican
acciones presuntamente misógenas, cuando ellos podrían ser el paradigma de la
discriminación como lo son de la ruindad basada en el oportunismo, porque no
hay actuación más ruin que la del político que intenta sacar rédito de una
situación tan seria como la lucha contra la discriminación por razón de género
y que el día 8 de marzo, día de la mujer trabajadora, tiene su máxima proyección
reivindicativa.
Son esos
políticos, hombres o mujeres, que con actitud deleznable utilizan este grave
problema social para colmar sus intereses, obviando desde una inconsciente consciencia
que ellos, por acción u omisión en el desarrollo de su actividad política o
profesional como ciudadanos, son actores del problema como también deberían
serlo de la solución.
En fin, son
esos políticos de medio pelo que, con el único objetivo de obtener rentabilidad
personal o política no se dan cuenta, o sí?, de que están alimentando el monstruo
de la desigualdad entre hombres y mujeres.
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