Fue el domingo cuando me enteré de que pasado sábado se
celebraba una jornada de Recogida de Medicamentos en diferentes farmacias del
Estado que, como es habitual i según la prensa, fue una nueva muestra solidaria
de la sociedad con aquellos que carecen
de lo más esencial, en este caso medicamentos básicos.
Haciéndose eco de la noticia y del éxito de la campaña, la
televisión transmitía imágenes de personas de todo tipo y de diferente poder
adquisitivo que participaban en la iniciativa, y debo reconocer que a medida
que la noticia se ampliaba, de manera proporcional iba subiendo mi indignación,
imaginándome la cara de satisfacción de aquellos que eluden de manera
recurrente la responsabilidad que tienen de proteger a sus administrados, escondiéndose
tras ese ejercicio de solidaridad colectiva.
Si fuese mal pensado podría sospechar que algunas
iniciativas están impulsadas por ellos mismos aunque, conteniendo mi propia
indignación y controlando mi subida de bilirrubina, seguro hubiese puesto
también mi granito de arena, como en otro tipo de acciones solidarias que
también se llevan a cabo.
Estando convencido de que la solidaridad no tiene precio, es
de suponer que en este tipo de acciones no debe existir ningún tipo de
beneficio económico para ninguno de los actores, pero aún así no dejo de
plantearme un ejercicio práctico.
Si acudo a la farmacia y adquiero un medicamento que vale
100 y por el que pago 100 para donarlo en este campaña. Si la farmacia paga por
ese medicamento 75, ¿dónde va a parar el diferencial de 25?
Pero voy más allá. Con una campaña de este tipo, se
incrementa la venta de estos medicamentos, haciendo necesaria una mayor
producción por parte de los laboratorios farmacéuticos que, de manera
constatada, es la industria donde sus directivos y asociados han tenido mayores
beneficios.
Y de todo esto, la Administración no renuncia a sus
impuestos, en esta caso añadidos, y ve como las arcas del erario público incrementan
su saldo que, en este caso, debería revertir en sanidad.
Repito que no dejaré de colaborar en este tipo de iniciativas
en beneficio de los más débiles o de los que por cuestiones coyunturales están
en situación más precaria, pero creo que debemos comenzar a decir basta y no
permitir que sigan negociando, impunemente, con la necesidad.
Cap comentari:
Publica un comentari