No es mi partido, es cierto, aunque durante los años que
estuve en Madrid tuve la oportunidad de participar y colaborar en algunos temas
de la Federación Socialista Madrileña, y todavía tengo algunos amigos de cierta
relevancia con los que he tenido oportunidad de comentar brevemente la
situación en torno al cese de Tomás Gómez por parte del Secretario General del
PSOE, Pedro Sánchez.
Justicia, injusticia, formas, imputación, elecciones,
dictadura, democracia, interés general, liderazgo, etc, han sido algunos de los
términos en torno a las que han girado las valoraciones que me han trasladado
estos compañeros, dependiendo del posicionamiento personal de cada uno, pero al
final todos hemos coincidido en la percepción de que Pedro Sánchez ha actuado
como Secretario General, es decir, lo ha hecho asumiendo la responsabilidad ante
la que se comprometió en unas primarias y en el Congreso.
Porque de eso se trata, de asumir la responsabilidad de
gobernar un partido que aspira a ser alternativa de Gobierno en todos los
ámbitos, local, autonómico o estatal, buscando el equilibrio entre el principio
democrático de la participación de los militantes, teniendo en cuenta también
la opinión de los simpatizantes, pero sin dejar de valorar, que no por qué contabilizar
numéricamente, el sentir de los que después han de depositar su voto, que no
son ni militantes ni simpatizantes.
Y a partir de aquí tomar decisiones y avalar a quien debe
representar a un partido en cada uno de esos ámbitos, porque sí, se debe actuar
bajo el principio de la democracia interna y respetar las mayorías, pero
huyendo siempre de la supeditación asamblearia porque los socialistas, si han
hecho avanzar a la sociedad cuando han gobernado, ha sido por haber tomado
decisiones en beneficio de la mayoría, contemplando la coyuntura y la realidad huyendo,
si ha sido necesario, de anclajes y inmovilismos ideológicos.
Creo que Pedro Sánchez ha actuado como cree que ha debido
actuar. O como mínimo se puede afirmar que ha actuado y no se ha escondido bajo
el resultado frio de una elección posiblemente endogámica, que hubiese sido lo
más cómodo, y eso es responder a la confianza que en él depositó el Congreso
Federal que lo eligió como Secretario General del PSOE.
Repito, no puedo valorar si los argumentos reales son
diferentes a los que alega Pedro Sánchez para haber destituido a Tomás Gómez, o bien obedecen
a intereses inconfesables como algunos afirman, pero ha tomado una decisión que
le tocaba tomar por responsabilidad, por muy controvertida o contestada que
resulte; y de eso también se debe aprender.
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