
Solo el desconocimiento o el interés personal pueden provocar un movimiento anti sindical, a todas luces injusto.
Porque si algo se le puede achacar al movimiento sindical es de haber avanzado y haber consolidado un marco general de relaciones laborales estable, del que se han beneficiado todos los trabajadores y trabajadoras, independientemente de su afiliación sindical.
Y si porque de algo se puede acusar al movimiento sindical de clase es de haber luchado por el interés colectivo, dejando en segundo plano el interés personal.
Y eso lo han conseguido personas, sindicalistas que en la mayoría de los casos han debido sacrificar familia y profesionalidad que, y lo digo por propia experiencia, no han sido reconocidos, sino todo lo contrario.
Si hay paro no es por culpa de los sindicatos, sino de quien tiene la posibilidad “y la obligación de contratar”.
Si alguien intenta que las condiciones laborales se precaricen, no son precisamente los sindicalistas, será quien quiere amortizar sus carencias empresariales con la inversión laboral de trabajadores y trabajadoras.
Somos precisamente los sindicalistas, los sindicatos, los que hemos luchado, a veces en contra de los propios colectivos, contra la precariedad laboral, contra la bajada o congelación de las pensiones, contra la variación de la edad de jubilación, contra los recortes salariales.
Y por ello, al igual que este compañero, reivindico el orgullo y la dignidad de ser sindicalista.
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